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lunes, 21 de junio de 2010

Microcentro


El microcentro porteño, una alternativa viable sólo para algunos bolsillos.
Trabajar en Capital le puede costar hasta $ 1800 por mes a un bonaerense.

El cálculo incluye las comidas en restaurantes que por ejemplo ofrecen menú fijo, la ida y vuelta en auto y el costo del estacionamiento, entre otros puntos a tener en cuenta por quienes viven a algunos kilómetros del centro porteño. Ese monto representa nada menos que un 25% más que lo que perciben mensualmente quienes reciben el salario mínimo vital y móvil, hoy de $ 1440. Lejos de mejorar, la ecuación se tiende a complicar con futuros aumentos
El viejo precepto que indica que “Dios está en todos lados, pero atiende en Capital Federal” encuentra algunos argumentos desde la frialdad de la economía real.
Aquellas personas que viven en el Gran Buenos Aires, pero que trabajan en el microcentro porteño, entienden de esto. Al mes pueden llegar a gastar hasta $ 1800 sólo en concepto de los “gastos de movilidad” que les insume concurrir a sus puestos laborales.
Esa cifra representa nada menos que un 25% más que el salario mínimo vital y móvil, hoy clavado en los $1440.
Este cálculo, claro está, corre para aquellos empleados que se dan todos los gustos, como comer en algún restaurante (unos $ 30 por día, $ 600 al mes), utilizar el auto como medio de transporte ($ 400 promedio en lo relacionado al uso de nafta), pagar una cochera (en el microcentro difícilmente bajen de los $ 600 mensuales), abonar peajes (una media de $ 10 por día, $ 200 por mes).
Quienes opten por dejar el auto en su casa y entregarse a la suerte del transporte público podrán reducir ese gasto en forma significativa. En este caso, entre comida y pasaje, el desembolso total caerá a cerca de $ 650.
El gasto en almuerzos es uno de los más difíciles de esquivar. Aquellos que prefieren no ir a la oficina con su vianda bajo el brazo, muchas veces deben afrontar un gasto que no bajará de los $ 30 en un restaurante, aunque claro que hay propuestas que pueden hasta duplicar y hasta triplicar ese monto.
Esto, incluso, es casi lo mismo que se abonará por cualquier menú en las cadenas de comidas rápidas.
Una recorrida por el micro centro porteño permite tomar dimensión de estas escaladas. En algunos restaurantes los menús subieron sus costos en cerca de un 10% en el último mes.
Desde ya, también hay opciones más aptas para bolsillos flacos. Para el caso de la comida, por ejemplo, como conformarse con un pancho y una gaseosa por unos 12 pesos.
Pese a que esta ecuación ya es preocupante para los empleados que hacen el trayecto Gran Buenos Aires-Capital Federal-Gran Buenos Aires durante los 20 días laborables que tiene el mes, lo cierto es que la situación tiende a complicarse. Y la gran razón por la que ocurre esto no es más que el constante crecimiento que se da en los precios.
El de las naftas es un buen ejemplo en este sentido. Esta semana se observó un nuevo retoque hacia arriba en las pizarras de las estaciones de servicio que opera la petrolera YPF. En el Gran Buenos Aires, el gasoil subió hasta un 4%, en tanto que las naftas más caras crecieron un 1,5 por ciento.
Para los próximos días, se espera que el resto de las petroleras imponga medidas similares.
La misma tendencia alcista se espera que corra para los peajes.
En el caso de algunas vías que recorren Capital Federal, los precios crecerán hasta un 30% en 2010, mientras que en algunas que tocan a la provincia de Buenos Aires desde hace tiempo reclaman una suba del 17 por ciento.

Fuente El Cronista Comercial
noviembre 2009

Con más subte no basta


Transporte público / Los problemas de movilidad en Buenos Aires
Según expertos, con más subte no basta.
Aunque se extienda la red, objetan su diseño radiocéntrico, la falta de conexión con otros medios y que no alcance el conurbano.

La reactivación de las demoradas obras del subte, prometida por el gobierno de Mauricio Macri (que se encuentra buscando financiamiento del exterior para tal fin) y también impulsada por el gobierno nacional, que extiende hasta Retiro la línea E, es vista con expectativa por los vecinos, que esperan que se contribuya a aliviar los trastornos del tránsito.
Sin embargo, destacados expertos nacionales e internacionales consultados por LA NACION coincidieron en que, más allá de cuántos kilómetros de subte se hagan por año, seguirá existiendo un problema estructural en torno a la falta de una concepción integral del sistema de transporte, ya que al subte se lo piensa aisladamente y no interrelacionado con los otros transportes públicos de superficie, como trenes y colectivos.
"El sistema de subte de Buenos Aires puede considerarse aceptable si nos situamos en la década del 50. Creo que ya entonces se le hubiera podido criticar su opción radiocéntrica y el olvido de la periferia, mal servida por ómnibus y trenes", graficó el geógrafo urbano y magister en urbanismo Jordi Borja Sebastià, que fue entre 1983 y 1995 el teniente alcalde de Barcelona que encabezó la descentralización del gobierno en comunas y planificó la red de transporte de esa ciudad.
Según el especialista, que visitó en varias oportunidades Buenos Aires y que es consultor internacional en materia de urbanismo y diseño sustentable, "la gran deuda y la gran oportunidad para el desarrollo de la ciudad está en el Sur. Por lo tanto, la comunicación con el conjunto de barrios populares internos de la ciudad y con los municipios adyacentes debe ser una prioridad".
Para la arquitecta Inés Schmidt, docente investigadora de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, "la gran apuesta es pensar la ciudad como metropolitana e integral. Eso ya lo había hecho Federico Lacroze, con mucha mirada de futuro, cuando pensó la línea B y el tren Urquiza".
"Las ampliaciones de las líneas existentes benefician a aquellos a donde llegará el subterráneo, pero sólo a ellos. Porque en los tramos intermedios esas líneas ya están saturadas. Por ejemplo, en la línea D, una gran cantidad de usuarios históricos del subte desisten de usarlo porque deben esperar tres o cuatro trenes para poder subirse, por la cantidad de gente que viaja", explicó Schmidt.
Estrategia antigua
El arquitecto Roberto Converti, director de Oficina Urbana SA, consultora de urbanismo, afirmó: "Buenos Aires tiene una estrategia de organización antigua y sin mayor cambio a lo largo del tiempo que la lenta extensión de algunas de sus líneas de subterráneos. Ante esta circunstancia, el pasajero se ha acostumbrado a medir la eficiencia del servicio sólo con relación al cumplimiento aproximado del tiempo a su destino y a la menor o mayor incomodidad que ha tenido en su traslado.
"La organización y el funcionamiento del servicio del subte no conforma un sistema en la medida en que no ha logrado establecer una planificación en red entre las diversas líneas y tampoco una organización asociada a los movimientos de transporte público de superficie -aseguró Converti-. Por lo tanto, hay un principal déficit que es la ausencia de una estrategia común que relacione todos los modos de transporte."
Schmidt propone, por ejemplo, la integración de los trenes Belgrano Norte y Sur, ya que tienen la misma trocha (ancho de vía): "El gobierno se debería comprometer y hacer, ya sea por debajo de la 9 de Julio o más hacia el río, una estación que enlace a ambos. Entonces se unirían el Norte y el Sur".
Otras ciudades
"Buenos Aires ha descendido en sus niveles de calidad social, en la medida en que su espacio público se ha degradado, y ha perdido la ciudadanía, en ese sentido, el orgullo que alguna vez tuvo por la calidad del transporte urbano, un aspecto que constituye un indicador principal para medir el mejor modelo de ciudad", continuó Converti, y comparó esta actitud con otros lugares: "Es común que los ciudadanos de París, Berlín o Madrid, en Europa, o en América latina los de Medellín, Santiago de Chile y Curitiba tengan una alta estima de sus ciudades, fundamentalmente, por el buen servicio brindado por su sistema de movilidad urbana".
Para Borja Sebastià, "el Gran Buenos Aires es una realidad urbana densa y continua que exige, como sistema de transporte masivo, un subte articulado con el tren regional y, en determinadas zonas de fuerte concentración de población residente y usuaria, con un tranvía o bus eléctrico".
Sebastià subrayó: "No parece serio hacer un plan de subte pensado únicamente a escala de la ciudad central. Es socialmente injusto, funcionalmente absurdo, económicamente oneroso, ambientalmente insostenible y políticamente ridículo", y agregó: "Mientras no se conciban el planeamiento, los grandes proyectos urbanos, las infraestructuras y la gestión de la movilidad a escala del Gran Buenos Aires, solamente se conseguirá, en el mejor de los casos, pan para hoy y para pocos, y hambre y mala salud para todos en el futuro próximo".
"Buenos Aires ha sido una de las grandes ciudades del mundo por su calidad urbana y debe compararse con las mejores del mundo de hoy -concluyó el especialista catalán-. Encerrarse sobre sí misma, entre la General Paz y el río, es optar por la decadencia." 

José María Costa 

Polución

La polución del Río de la Plata, cada vez peor
La polución del Río de la Plata, cada vez peor.
Está eliminando fauna y flora; se complica la potabilización del agua.


La basura se mezcla en el agua contaminada aportada por arroyos subterráneos en la Costanera Norte.
La contaminación en el Río de la Plata, del cual se obtiene el agua que consume la población en el área metropolitana, no cede. Y cuanto mayor es el grado de polución, más complejo y costoso resulta el proceso de potabilización. Además, la presencia de elementos contaminantes orgánicos e inorgánicos en ese curso, donde confluyen vertidos tóxicos de todo tipo, está eliminando fauna y flora.
Esa realidad y la falta de conciencia de los vecinos de la Capital y la periferia sobre el consumo responsable del recurso (cada habitante gasta por día diez veces más litros de lo que recomienda la ONU) representan los dos problemas más serios en torno del agua en la principal concentración urbana del país.
Mediciones hechas en forma periódica entre 2001 y 2008 por el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental 3iA de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) se comprobó la existencia de elementos contaminantes orgánicos e inorgánicos en las aguas de la llamada Franja Costera Sur del río, que se extiende desde San Fernando hasta Magdalena y baña las costas del área metropolitana.
La presencia de estas sustancias contaminantes -originadas en los efluentes cloacales, domiciliarios (detergentes) e industriales que llegan hasta el Río de la Plata transportados por otros ríos y arroyos que en él descargan- se mantiene constante desde que docentes y alumnos del 3iA comenzaron los estudios e impactan directamente en la calidad del agua.
"No está peor, pero tampoco está mejor la situación. La carga es más dolosa a medida que pasa el tiempo. Como sociedad, no hemos hecho nada por revertir la contaminación", reflexionó el doctor en química Daniel Cicerone, profesor asociado de la Unsam y coordinador de la investigación sobre la Franja Costera Sur.
Los efluentes cloacales, dijo Cicerone, aportan compuestos nitrogenados, como nitratos, nitritos y amonios, que son empleados por los organismos fotosintéticos como nutrientes. Si se registran en gran cantidad, provocan el aumento desmedido de organismos que impiden el paso de la luz y comienza un proceso de eutrofización, o sea de muerte de la biota. Además, aportan organismos patógenos, como bacterias y virus.
Por otra parte, los efluentes industriales transportan contaminantes orgánicos e inorgánicos. Los frigoríficos, por ejemplo, si no tratan sus vertidos, entre los que se destacan restos de animales, aportan gran contenido de bacterias. Al introducir en un curso de agua materia orgánica, ésta consume oxígeno para su oxidación y hace descender los niveles de ese elemento en el agua; así, se favorecen procesos anaerobios, durante los que se producen metano y sulfuro de hidrógeno, y se liberan olores nauseabundos.
Mientras tanto, las curtiembres y la metalurgia generan metales, como el cadmio, el cromo, el cobre, el plomo, el cinc y el mercurio. Otras industrias liberan pesticidas y fertilizantes.

Menor calidad

Cicerone explicó a LA NACION que, por todas estas sustancias en suspensión, los efluentes cloacales e industriales disminuyen la calidad del agua y, por ende, la "aptitud de uso del recurso". En la ribera porteña, la mayoría de los usos están invalidados. ¿Cuáles son esos usos? Fuente de agua para consumo humano, protección de la vida acuática, irrigación, recreación y uso industrial. Como se sabe, está prohibido bañarse en el Río de la Plata y la biota (la fauna y la flora) está seriamente comprometida.
"Además, a mayor contaminación, la potabilización resulta más costosa y demanda mayores esfuerzos", señaló Cicerone, que también es licenciado en oceanografía.
La calidad del agua se mide en una escala del cero al 100. Por debajo de 24, el líquido no es apto para ningún uso; entre 24 y 52, sirve para un uso mínimo; entre 53 y 92, para uso limitado. Finalmente, entre 93 y 100, el agua puede ser destinada a cualquier uso.
Los equipos del 3iA toman muestras de agua en las desembocaduras del Riachuelo y del arroyo Medrano, y en el curso del río Reconquista que, al igual que los dos anteriores, es afluente del Río de la Plata. Cicerone recordó que eligieron esos tres torrentes porque eran los que la bibliografía identificaba como los tres que más contaminación aportaban al Río de la Plata, por las cuencas que atraviesan, en el siguiente orden: Riachuelo, Reconquista y arroyo Medrano.
La Unsam midió el impacto del Riachuelo en la Franja Costera Sur en 2002, 2004, 2005 y en 2006. En la desembocadura del arroyo Medrano (uno de los tres arroyos subterráneos más importantes de la Capital, junto con el Maldonado y el Vega), trabajó en 2001, 2003, 2005 y en 2008.

Vertidos tóxicos

Los estudios sobre el río Reconquista evaluaron la calidad del agua en el segmento que corre entre la ex ruta 8 y la Panamericana, en 2007 y en 2008. Los contaminantes presentes en ese tramo, expresó Cicerone, vierten en el Río de la Plata.
Según los resultados de los análisis, en la desembocadura del Riachuelo, a la altura de Vuelta de Rocha, el índice de calidad del agua se sitúa en 16 y un poco más cerca del Río de la Plata, en Cuatro Bocas, alcanza 33. A esa altura, la Franja Costera Sur mostró valores de entre 54 y 57. Allí, los investigadores hallaron que era casi nulo el oxígeno disuelto, era alta la carga de nitrito y amonio, y había algunos metales, como el cromo, el plomo y el cadmio, todos nocivos para la salud.
En tanto, el arroyo Medrano, que libera su caudal justo en el límite entre la Capital y Vicente López, llega con un índice de 15, toca los 37 en las instalaciones del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) y ronda los 41 y 42 frente a Ciudad Universitaria. A sólo 1000 metros de allí, funcionan las tomas de agua de AySA, la empresa encargada de distribuir agua potable a la Capital y al conurbano. Fue alta la carga orgánica hallada, había alteraciones en el oxígeno disuelto y era elevada la presencia de amonio y nitrito. No se observaron metales.
Finalmente, en el río Reconquista, muy influenciado en el segmento analizado por la recepción de los pluviales del partido de San Martín, los valores oscilaron entre 30 y 40. Los equipos del 3iA detectaron disminuido el oxígeno disuelto, aumentado el nitrógeno, fósforo, cadmio y plomo, entre otros; amonios y nitratos.

Angeles Castro
LA NACION 

Bs. As. ruidosa

Buenos Aires, cuarta en el ranking de ruidos
Buenos Aires, cuarta en el ranking de ruidos
La preceden Tokio, Nagasaki y Nueva York; entre los barrios más afectados están Monserrat y Retiro; el descanso, cada vez más difícil.

El desgastado parque automotor del transporte público es uno de los factores que favorece los altos niveles de ruido en la Capital. 
El ruido en la ciudad de Buenos Aires es tan omnipresente que pareciera estar incorporado al inconsciente colectivo. Ya es una costumbre hablar en tonos elevados o evitar usar el teléfono celular al caminar por la vereda de una avenida céntrica.
Los altos niveles de estridencia de bocinas, motores y obras en construcción, entre otros, hacen que la Capital sea considerada una de las ciudades más ruidosas del mundo. Más precisamente, y según el Plan Estratégico 2008-2012, elaborado por la Agencia de Protección Ambiental del gobierno porteño, Buenos Aires es la cuarta en el ranking de metrópolis ruidosas, detrás de Tokio, Nagasaki y Nueva York.
"Aunque no hay un sistema de medición uniforme, se puede decir que Buenos Aires es una de las ciudades que más padecen los efectos nocivos del ruido", indicó Horacio Walter, director general de Evaluación Técnica de la Agencia.
El funcionario aclaró que el principal generador de ese contaminante ambiental es el parque automotor. "En Buenos Aires el tránsito es uno de los factores que más inciden. Le juega en contra la antigüedad del parque automotor. En otras grandes ciudades ese factor repercute menos. En cambio, como rasgo positivo, tiene avenidas un poco más amplias y menos encajonadas que las de muchas ciudades de Europa", agregó.
Según la última medición tomada de manera sistemática, el transporte público, especialmente los colectivos, es el principal responsable de la contaminación acústica en la ciudad.
Los datos son parte de un mapa de ruido que se confeccionó hace tres años y que mostró altos índices de contaminación sonora en el microcentro, en zonas de Barracas y de Monserrat, Constitución y especialmente de Retiro, y en el cruce de Santa Fe y Pueyrredón, con mediciones que van de 65 a 80 decibeles (dB).
Según los parámetros de la OMS, por encima de los 70 dB los sonidos ya resultan molestos; si superan los 90 dB se vuelven dañinos.
El trabajo abarcó parte de Almagro, Balvanera, La Boca, Barracas, Belgrano, Colegiales, Constitución, Monserrat, Palermo, Puerto Madero, Recoleta, Retiro, San Nicolás y San Telmo. Tanto las mediciones como las encuestas que se realizaron en el área testeada, en la que residen unos 507.000 habitantes, la mayor fuente de ruidos son los colectivos (ver aparte).
Según Silvia Cabeza, de la Asociación Civil Oír Mejor, uno de los mayores daños que produce el ruido en la Capital es que sus efectos nocivos persisten en horario nocturno. "En los últimos años los horarios de sueño se han reducido muchísimo. Por la noche sólo quedan entre dos y tres horas para el descanso con el silencio necesario", indicó.
"La agresión del ruido hace además que estemos excitados, estresados, tengamos conductas agresivas y suframos dolores de cabeza y hasta problemas cardíacos", agregó Cabeza.
El oído interno posee células pilosas denominadas ciliares, que convierten los estímulos físicos en impulsos cerebrales. Tras años de exposición a sonidos fuertes, estas células quedan comprometidas y se va perdiendo, poco a poco, la audición. 

Según pasan los años
El Departamento de Electroacústica de la UBA señaló en un estudio que el nivel de ruidos aumentó exponencialmente en un período de 30 años. En los años 70 el nivel acústico en las calles en Buenos Aires estaba entre los 50 y los 60 dB, mientras que ahora está cerca de los 70 dB. Según los expertos, el aumento en 3 dB de un sonido representa para el oído humano el doble de volumen.
Rodolfo Gareis, presidente de la Cámara Argentina de Acústica, Electroacústica y Areas Vinculadas, fue contundente: "Sabemos que la ciudad es ruidosa, pero es como ir a lo del médico y decir que un paciente tiene fiebre, pero no se sabe con qué parámetro se midió. No se puede saber cuán ruidosa es si no se tiene una herramienta confiable de medición".
Gareis contó que en la Capital ya se trabaja en las obras de construcción con el parámetro del ruido. "Estamos trabajando en una normativa para regular la construcción: tratamos de atenuar el ruido externo [que provocan esos emprendimientos]", indicó.
Para combatir en parte este flagelo, en la Agencia hacen controles periódicos en el transporte. "El control se realiza en los ómnibus. Se perfeccionará todo el sistema con un nuevo mapa del ruido, que se confeccionará con sonómetros que abarcarán toda la ciudad. Es un software que permite tomar en tiempo real esos niveles", indicó Walter e informó que las mediciones incluirán la detección de gases contaminantes en el aire.
"Estamos armando una red dinámica con sonómetros incorporados. Y con el nuevo software vamos a poder tener un mapa en tiempo real de la ciudad. Eso nos permitirá adecuar tecnología y modelos de construcción adecuados", agregó el funcionario.
En este distrito, la ley 1540 castiga a quienes violen los niveles tolerables de ruido. Esa norma establece que sólo se podrán superar los 70 dB en los distritos industriales, en los que el tope máximo será de 75 dB durante las horas diurnas. En el sistema vial el máximo permitido sube a 80 dB.
Las multas pueden llegar hasta los 50.000 pesos para los domicilios particulares y hasta 100.000 pesos para los establecimientos industriales, con el posible accesorio de clausura. Durante este año se labraron apenas 928 multas. La Unidad de Faltas Especiales, desde septiembre del año pasado hasta julio de este año, recaudó $ 236.500 por esas infracciones. 

Laura Rocha
LA NACION 

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La ciudad ensordece

Por qué la ciudad puede dejarnos sordos.

Testimonios de personas que pierden niveles de audición por vivir en zonas ruidosas; explicaciones y recomendaciones de especialistas.

Tres años se aguantaron Antonino Cóppola y su esposa Nerea Frías los golpes que generaba la obra del viaducto Carranza, sobre la Avenida Santa Fe al 5200. Antonino dice que vivieron un infierno durante entonces y que el calvario no terminó. Desde que se inauguró el viaducto nunca más supieron lo que era dejar la ventana del balcón abierta y ni siquiera pueden escuchar música o ver la TV a un volumen normal. Presentaron varias cartas al gobierno porteño y hasta conformaron un foro de vecinos que pide por la insonorización del lugar. No tuvieron respuestas. Mientras tanto, los vecinos constatan una pérdida auditiva cada vez que se repiten las audiometrías. 

El de Antonino no es un caso aislado. Las grandes ciudades son cada vez más ruidosas y Buenos Aires en particular está entre las cuatro más ensordecedoras. Así, la deficiencia auditiva, un mal irreversible que padecen 120 millones de personas en el mundo, se convierte en uno de los grandes trastornos de esta época.
La presidente de la Asociación Civil Oír Mejor, la licenciada en Física Silvia Cabeza, da fe de esta tendencia que preocupa. "Esta ciudad nos puede dejar sordos", dice en referencia a Buenos Aires. Madre de un hipoacúsico, hace años que dedica su vida a estudiar el impacto del ruido en la salud física y psicológica de las personas.
Recorre la cabina donde realizan las audiometrías en la asociación que fundó, luego explica el funcionamiento del sonómetro y cuenta que en la Argentina no hay estadísticas sobre la cantidad de personas afectadas, pero por las consultas que reciben en la entidad habla de un impacto creciente de este mal entre los vecinos.
El médico otorrinolaringólogo Claudio Haissiner, desde su consultorio privado, enumera los casos más frecuentes de consulta. "Quienes viven cerca de autopistas, las personas vinculadas a trabajos insalubres, los elevados volúmenes en los que se escucha música, entre otros, son los casos que más vemos en el consultorio". Y habla de diferentes impactos en función del tiempo de exposición de los pacientes a estos estímulos ruidosos. 

Los especialistas coinciden en la necesidad de crear conciencia en la población para no exponerse a los ruidos evitables y protegerse ante los inevitables. También mencionan la importancia del rol regulador del Estado.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) expresó su preocupación por el tema -que adquiere mayor gravedad en los países desarrollados- y elaboró una guía para reducir los ruidos.
En Buenos Aires la ley 1540 castiga a quienes violan los niveles tolerables de ruido: la norma establece que sólo se podrán superar los 70 dB en los distritos industriales, en los que el tope máximo será de 75 dB durante las horas diurnas; en el sistema vial el máximo permitido sube a 80 dB. Especialistas y vecinos consultados sostienen que sólo con la ley no alcanza. Se necesita efectivo cumplimiento para proteger la salud de todos.
Los impactos del ruido urbano en la salud no se limitan sólo a la audición: interfiere en la comunicación de las personas, produce trastornos del sueño, problemas cardiovasculares y psicofisiológicos, reduce el rendimiento, causa molestias y problemas en el comportamiento social. 

Por Verónica Dema
De la Redacción de lanacion.com
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